Hacia una educación con valores humanos: el proceso de ejercitación de la consciencia moral en el ser humano.
Mtra. Suárez Mejía Olinca.
olincamejia@yahoo.com.mx
Introducción.
Por medio del presente trabajo pretendo abrir un espacio de reflexión para proponer un prototipo reforma educativa que se distinga por recuperar el valor humanista que fortalezca la consciencia moral y ética en el ser humano. Por lo que planteo dos preguntas que considero de vital importancia para ser respondidas sino de manera inmediata al menos sean consideradas como puntos de partida en nuestro análisis.
¿Cómo se puede generar una educación para lograr el entendimiento entre los hombres y su bienestar en todos sus aspectos, que promueva los valores humanos, indicativa del verdadero desarrollo y progreso en el hombre?
¿Cómo despertar en el hombre una consciencia moral que le permita enfrentar la vida, y a quienes dentro de ella, tratan de desviar su conducta hacia actividades placenteras en contra de acciones benéficas, y pueda ser el modelo de ejercitación de la voluntad humana para buscar su felicidad, de manera responsable y libre sin dañar a los demás?
Desarrollo.
Hoy mas que nunca se apuesta hacia una educación de índole científico-tecnológica donde la curricula se dirige hacia la profesionalización, dicho sea de paso no es tan negativo después de todo, ya que su meta es garantizar la preparación de la juventud como aquellos futuros científicos y tecnólogos que guiaran a nuestras sociedades hacia un mundo más civilizado.
El problema surge cuando nos damos cuenta que a través de esta curricula se está perdiendo una parte esencial en la educación, la formación humanista, que tiene como objetivo central el fortalecer la valoración del hombre en sí mismo y la apertura a una consciencia ética. Esto de ningún modo está alejado de la misión social de la educación, por el contrario, permite a partir del propio individuo ejercitar una consciencia crítica en función del conocimiento y su actitud práctica de las implicaciones de esa educación ya sea en su entorno social y en la vida.
Esta educación debe estar comprometida para lograr el entendimiento entre los hombres y su bienestar en todos los aspectos de la vida, por tanto, esa educación moral debe promover los valores humanos, donde se origine el verdadero desarrollo y progreso en el hombre.
Porque una sociedad sin valores tiende a la deshumanización. Por el contrario, si los individuos se dedican a fomentar la estimulación de los valores se reflejará de inmediato en la sociedad, en la nación, en el mundo, a través de una convivencia y realización humanas más plenas, abiertas, tolerantes y responsables entre los hombres. No se puede seguir sosteniendo la idea de un sistema educativo que sólo promueva logros de índole técnico intelectuales y académicos, que no fomenten las cualidades humanas.
Hace falta recuperar la buena fe y la voluntad, así como el amor y respeto entre los seres humanos, que en conjunto fortalezcan la conciencia para buscar las razones reales y necesarias que orienten el buen uso de la inteligencia humana, evitando las guerras por el control científico-tecnológico entre naciones.
Sólo el hombre es capaz de reconocer las cualidades más profundas en sí mismo y los demás. Dichas cualidades en su conjunto impulsan la capacidad humana, lo que significa que el hombre está en disposición de dar, de conducirse correctamente, de actuar de manera disciplinada, de alejarse de lo que le hace daño y no sea necesario para vivir feliz y sano.
Así, la educación se tendría que entender como una ciencia y un arte al mismo tiempo, para que a través de ella se motive a cualquier individuo y pueda alcanzar un nivel de conciencia moral para distinguir con claridad lo que es benéfico y lo que no lo es, para ser un mejor ser humano.
Al impartirse este tipo de ideal de educación, con base en los principios de los valores humanos, se podrá sembrar en las futuras generaciones que logren tener una consciencia moral responsable para transformar los aspecto de la vida de manera fecunda y benéfica, forjando a los hombres en seres responsables, comprometidos, honestos y humanos.
Además, esta educación debe fortalecer a los individuos para que se contemplen a sí mismos en la auto-confianza y adquieran el poder de valerse por ellos mismos. El propósito es que puedan enfrentar en la vida sin temor a elegir aquellas acciones benéficas, evitando las actividades meramente placenteras y corran el riesgo de embarcarse en situaciones que los denigren y destruyan con el tiempo.
El hombre requiere vivir en sociedad, prepararse y convertirse en un lugar común y comprometido, sin decaer a un estado de sumisión mecánica. El espacio social no debe representar un peligro de anulación en el hombre, en función de su propia libertad individual para pensar, sentir y hacer; ya que tendría que estar cimentada y dirigida por normas e ideales que promuevan el bien común.
Los educadores tendrían, en este caso, un papel fundamental para detectar y contribuir para reflexionar en los posibles malestares de la sociedad manifiestos en los individuos, como la tendencia a aspirar a una vida centrada en el bienestar material, lo que provoca un individualismo extremo y enfermizo; prejuicios de distinciones sociales, religiosos y culturales que convierten a la convivencia humana en intolerante, violenta y hasta peligrosa. La labor docente tendría que encaminarse para preguntarse de qué manera podría despertarse en los estudiantes los sentimientos de amor, búsqueda por la verdad, humildad y actuar correctamente. Cómo despertar a una consciencia en los individuos para aspirar a un alto sentido de integridad en la vida. Y descubran por propia cuenta la esencia de sí mismos, como seres humanos.
El educador, entonces, no debería mirarse como un simple transmisor de conocimientos que agita mentes de quienes no encuentran aún el camino productivo. Se les debe considerar promotores del progreso satisfactorio en la vida de una comunidad o hasta de una nación, por lo que requieren contar con una formación cultural sólida, edificada tanto en el conocimiento y en la experiencia ética.
Entonces se comprende que los educadores tienen en sus manos las vidas de los estudiantes; su influencia puede provocar en éstos un legado profundo, el cual se verá reflejado de manera positiva o negativa en la vida futura de los jóvenes. Si el estudiante se deja atrapar por las redes de quienes pretenden hacerlo un objeto de consumo, un individuo del tener y no del ser, no sólo no ayudará a los demás, sino inclusive puede atreverse a dañar, de algún modo, a quienes estén a su alrededor.
Por el contrario, el individuo que ha tenido un influencia positiva en su educación podrá sin ningún problema reconocer la responsabilidad contraída de sí mismo y para consigo mismo, podrá entonces despertar en él, la confianza en él. De dicha confianza en él, podrá orientar sus acciones hacia el bien de sí mismo y de los demás; al final, bajo este influjo podrá tener entonces una visión de ser y formar parte de una sociedad.
Además, el hombre por medio de esta educación podrá tener un discernimiento profundo que le permita manifestar su capacidad innata de expresarse en la búsqueda por la verdad, ser honesto y pensar humanamente, ser cordial y solidario con el resto de los seres vivos y la naturaleza, generar un sentido de la justicia para no dejarse engañar por circunstancias y condiciones adversas que lo pudieran confundir ante el rumbo de la sociedad o de las influencias sociales.
Si se pretende efectuar un cambio educativo que tenga como meta central enseñar valores humanos se debe considerar de manera implícita ponerlas en práctica. Los educandos deberán iniciarse desde una edad temprana en este proceso educativo, extendiéndose su aplicación, no solo en el ámbito escolar, sino, además, incorporándose en el resto de los ámbitos de la vida como son el cotidiano, familiar, social, etcétera.
¿Cuáles son esos valores humanos que se deben considerar en este proyecto educativo? En principio, se requiere hacer reflexión en torno al valor de la verdad, en su auténtico sentido, que trasciende al propio tiempo, espacio y a las circunstancias. El valor de la verdad estaría conformado por la veracidad del ser, la integridad del hombre y la sinceridad. Lo que se pretende es que florezca la capacidad de discernir y encauzar el auto-conocimiento, reconociendo por esta vía tanto los defectos, las virtudes y las limitaciones y se vean a sí mismos como personas. Así como también el auto-conocimiento permitirá que se adquiera la confianza en sí mismo, sin temor a ser criticado y aspirar a una constante superación generándose una consciencia inquieta y curiosa que aspire por el saber y la búsqueda por la verdad.
Educar en la verdad implica en el individuo liberarlo de su naturaleza instintiva y sensible; y no apegarse solo a los impulsos inmediatos que se manifiestan como pensamientos a la mente; evitando que se engendre en el alma humana la ira, avaricia, apego desmedido, codicia, orgullo, celos; evitando que el hombre se convierta en un ser triste, servil y estúpido, sin posibilidad de disfrutar la libertad que le corresponde por herencia y ejercer por deber.
La educación, con base en la verdad, impulsa al hombre a descubrir la capacidad para analizar el contenido correcto o equivocado de las propias ideas antes de realizar cualquier acción creando así un equilibrio entre pensamiento, sentimiento y acción, lo que debe comprenderse en el ser humano es su aspiración de vivir en la verdad.
El segundo valor humano contemplado por la educación sería desarrollar en los individuos una conducta recta o acción correcta. Por lo que se deberán estimular tres ámbitos del ser humano: las actitudes éticas, las actitudes de auto-superación y las actitudes sociales. En las actitudes éticas, el sentido de responsabilidad será la piedra de toque para hacer lo correcto. Por ejemplo, el hablar con la verdad, el no robar, el no propiciar discusiones o peleas inútiles, realizar trabajos difíciles con buena voluntad, etcétera, fomentará en el individuo a que se convierta en un hombre con auto-control y al margen de la prudencia en la vida.
Dichas actitudes de auto-superación que hacen que se manifieste la conducta recta en el educando, deberán impulsar el sentimiento de auto-estima y de auto-cuidado, con la intención de encaminar hacia la salud personal para evitar que se realicen acciones o se asuman hábitos tendentes a la enfermedad. El ser humano que aprende a estimar y respetar su propia salud y vida, respetará la vida y la salud de los demás, incluyendo a la naturaleza. Esta idea de vivir de manera saludable engrandece al ser y conforma una conciencia de respeto a la vida y a lo vivo.
Las actitudes que favorecen el valor humano de la conducta recta tendrán como objetivo el que los individuos alcancen a constituir una personalidad equilibrada, con un sentido del deber, de guiarse ante situaciones problemáticas, no importando en donde se encuentren, ya sea en la escuela, en el hogar y el mundo social, porque sabrán respetar y asumir las normas morales y legales de la sociedad.
Como tercer valor humano por buscar e inculcar en el joven estudiante sería su paz interior, su paz mental y espiritual. La paz en la vida del hombre resulta en tiempos recientes una idea equivocada, por lo que lleva a buscarla en situaciones ajenas a ella. Se ha educado al hombre para que crea que la fuente de la paz es la satisfacción que deriva de los sentidos. Es por eso, que se ha empecinado en obtener la felicidad, a través de la satisfacción de sus deseos individuales, no importándole destruir la paz de los demás, sacrificando a la propia sociedad al seguir sosteniendo este proceso de felicidad. Debido a que se brinda una motivación constante por acrecentar los deseos individualistas y la complacencia arrogante, esta sociedad de consumo ha llevado a un estado de deterioro las relaciones humanas básicas.
Se debe modificar esta situación humana negativa, tratar de obtener la paz, a través de la educación en los valores humanos, para desarrollar una forma de vida sencilla y saludable, e ir desterrando la tendencias negativas en los educandos como son la envidia, codicia, ira, espíritu de competencia deshonesta y la arrogancia. Tendrán que ponerse en práctica la veracidad, la cortesía y la amistad, desarrollar el auto-respeto y la confianza en sí mismo.
El mundo de hoy requiere seres humanos que hayan aprendido a compartir y a sacrificarse por los demás; respetar sus derechos y poner en práctica la justicia y la tolerancia; forjar hombres equilibrados ante circunstancias difíciles, que sean honestos en el momento de pensar, hablar y hacer.
Es por eso tan importante la paz interior en la vida del hombre, porque cuando existe esta condición humana se generan otro tipo de valores humanos como son la paciencia, la humildad, la capacidad de concentración, el sentido de dignidad, la calma, la armonía, el optimismo y la satisfacción personal y la sana relación con los demás.
Es por este camino educativo que se logrará un cambio en el hombre. Por medio de la práctica y la disciplina puede cambiar su propia naturaleza de malo a bueno y también de bueno a malo, por las prácticas contrarias.
Quebrantados el egoísmo y la vanidad en el hombre por la educación, podrá esforzarse para recuperar el amor, compasión e indulgencia, otro tipo de valores urgentes de incorporar en la vida humana en tiempos tan difíciles, como se viven en el presente.
El valor del hombre entendido como el amor que lo transforma en humano, es el cuarto valor humano por incorporar en este proyecto educativo. El amor es esa capacidad de apreciar la verdad, la bondad, la belleza, que le hace sentir uno con la naturaleza y generar en él la actitud de servir a los demás.
Cuando a un hombre se le aviva en el espíritu la dedicación y la devoción hacia la familia, la sociedad y la patria, se desarrolla en él la disposición para ayudar, compartir, tolerar y llegar a ser sincero consigo mismo, con sus padres, maestros compañeros y la sociedad.
El ayudar a los demás quebranta el ego desmedido. El ejercicio de servir a los demás permite en el individuo un sentimiento de comprensión ante los problemas ajenos. Y esta misma comprensión se desarrollará en simpatía, y brotará de ella el amor. El amor como valor universal produce un sentimiento en el hombre entendido como su unidad con el todo, para recobrar así la paz y la quietud.
El quinto y último valor humano es la no violencia. La no violencia está conformada por otros valores como son el sentido del respeto a las diferencias entre culturas, dogmas e ideologías, así como también el respeto a la propiedad; la hermandad, igualdad, orden y disciplina.
La no violencia significa, no sólo no hacer daño a alguien, sino además, expresión espiritual de la verdad, la conducta recta, la paz y el amor.
Debemos entender a la verdad como la columna vertebral del intelecto; la conducta recta, la expresión del ser humano en sus acciones corporales o físicas; la paz, el punto de superación de la expresión emocional; el amor, el valor sublime de la psique; la no violencia, es la manifestación más elevada del espíritu. Así, mente, cuerpo, emociones psique y espíritu constituirán el verdadero ser humano.
El propósito de esta educación se vera culminada cuando un ser se constituya en ser humano por medio del proceso de ejercitación para conocerse a sí mismo y estar abierto a los demás.
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